Cuando era niño las madrugadas tenían el sabor de la dicha, otras veces se cargaban de mitos, de miedos y otras, del heroísmo de haber llegado tan lejos: despierto llegaste al alba y ahora tendrás la dicha de mirar por la ventana el mundo que se te había negado.
Después, con los años, principalmente con los años universitarios, la madrugada fue cargándose de una ambivalencia eufórica, que alternaba entre el éxtasis y el tedio. Largas noches de estudio. Largas noches de fiesta. Largas noches de sexo. Largas noches de nada. Mi vida, a mi pesar, se convirtió en nocturna. Y así, de madrugada en madrugada y al borde de la derrota frente a mi evidente próximo desempleo, terminé acá, en este texto, en este blog. Es curioso que el fin de la universidad no traiga descanso, sino una ansiedad casi cruel por el futuro.
A estas altas horas de la noche vuelvo a buscar en mi computadora, como si en el día no lo hubiese hecho, otra vez, "pasantías pagadas", empleos no tan precarios, becas imposibles en países lejanos y porno, mucho porno. La TV encendida me acompaña también. Pasan nuevamente las mismas noticias que pasaron en el día. Termino memorizando dónde ocurrieron los últimos deslaves, los pasos alternos sugeridos, y hasta reconozco la voz de "Bernardo", uno de uno de los conductores que habla con un tono de humorista insoportable.
En fin. Bienvenidos a este blog. Hace años que soy un lector pasivo de completos desconocidos escribiendo en otros blogs ecuatorianos. Pero ahora entendí que este momento de incertidumbre, de vagancia y de impostergable adultez, es el momento indicado para que yo empiece a escribir.
Eventualmente trabajaré en la fachada del blog. Eventualmente explicaré el origen del nombre. Eventualmente escribiré sobre las cosas increíbles que la vida me depara y eventualmente mentiré sobre cosas que nunca me sucedieron. Y en unos años, lo más probable es que lo elimine para siempre.
Pasen y comenten.